Contra el acoso escolar: Aprender a no resignarse

Resignarse y soportar los abusos es una manera de prolongarlos, ¿a qué se debe? Explora algunas razones del por qué y los consejos para ayudar a liberar a las víctimas del bullying.

27 JUL 2017 · Lectura: min.
Imágenes: Shutterstock.

La resignación es una de las sensaciones que nos hace sentir más reducidos como personas, empezar la vida sintiéndola no es agradable... Cuando un niño sufre de acoso escolar, también conocido como bullying, el que no haga nada es uno de los síntomas más claros que evidencia que se ha convertido en una de las víctimas que sufre de una condición denominada: Indefensión aprendida.

Resignación

El estado psicológico que los expertos han bautizado 'indefensión aprendida' es justamente no hacer nada para detener las molestias o el sufrimiento que una situación nos produce: Recibir burlas de los compañeros de colegio y aceptarlas en silencio, o entregarle el dinero para el descanso a otro durante un largo tiempo sin creer que la situación pueda cambiar son algunos de los casos visibles en el marco del acoso escolar.

Si notas que tú o uno de tus hijos emite frases como "para qué intentarlo si nada va a cambiar", "la vida es así", entre otras; puede que estén atravesando éste estado donde la víctima renuncia por completo a intentar hacer algo para remediar su molestia, sencillamente porque lo ve inútil.

Origen de la indefensión aprendida

Martin Seligman, psicólogo y escritor estadounidense, fue quien formuló el término de la indefensión aprendida luego de haber realizado experimentos con perros. La triste experiencia de los caninos consistía en darles choques eléctricos a algunos de ellos, sin importar cuánto lo intentaran nada detenía las descargas; el resultado fue que eventualmente los perros se 'daban por vencidos' y seguían recibiendo las descargas aun cuando las circunstancias cambiaban y sí podían detenerlas.

Estos animales tenían un comportamiento que se ve reflejado en muchas personas que viven con el pleno convencimiento de que no importa lo que hagan las cosas van a seguir mal. En el niño, la indefensión se manifiesta cuando cree que no servirá de nada contarles a sus padres o buscar ayuda de sus profesores ante una situación de acoso escolar, o que peor aún que el hacerlo solo agravará las cosas.

¿Para qué intentarlo?

De cierta manera pensar en que no vale la pena hacer el intento de detener la situación que nos agobia es vivir como prisioneros. En estos casos es urgente tener un acompañamiento psicológico que nos ayude a ver las cosas desde otra perspectiva.

En medio del estado de indefensión nos enceguecemos al punto de desconectarnos con la realidad. En algunos casos vemos los problemas más grandes de lo que son, o nos resulta imposible pensar en una salida, aunque otros sí la puedan ver.

Expertos han definido el método Férber (o Estivill) como un ejemplo de cómo se puede experimentar este problema desde que somos unos bebés: Explican que dejar llorar a un bebé muy pequeño durante mucho tiempo y en repetidas ocasiones, sin que pueda hacer nada para solucionar su necesidad urgente, lo puede llevar a aprender a que 'haga lo que haga' no tiene el poder para cambiar su realidad, y que en últimas no existe una solución a su necesidad (afectivamente hablando).

Desde su punto de vista, quienes defienden estas evidencias dicen que este aprendizaje queda marcado en el cerebro influyendo en la percepción de sí mismos y del mundo a lo largo de sus vidas.

El poder de la autoestima

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Víctimas que justifican

No hace falta ir muy lejos para reconocer casos de indefensión aprendida a nuestro alrededor. Por ejemplo, cuando una mujer que es golpeada por su pareja cree que se lo merece, que es su 'culpa', y justifica repetidamente el maltrato.

Quienes señalan a estas víctimas por no dejar a sus parejas, probablemente desconocen que es indispensable recibir asesoría psicológica para salir de este círculo de golpes y maltratos.

Tener la autoestima por el piso es una de las cosas que distingue a las personas que creen que deben perdonar y seguir en una relación tóxica porque se es lo que se merecen. Son prisioneras de la falta de esperanza en que las cosas pueden mejorar, no tienen voluntad e incluso pueden perder buena parte de su capacidad de reacción ante el maltrato.

Otros ámbitos de la vida cotidiana también nos dejan ejemplos de indefensión: Cuando una persona dice que 'odia' su trabajo pero que 'eso es lo que hay' puede ser uno, cuando soporta los maltratos de su empleador y no denuncia porque 'para qué' es otro, e incluso cuando muchos se quejan de la situación del país con frases como 'nada va a cambiar' o 'para qué votar si siempre es lo mismo' son otros cientos…

Identificar que estamos ahogándonos en este estado debe ir acompañado de la acción de acudir a consulta psicológica para salir de allí. Muchas veces las circunstancias no cambian, pero somos nosotros y nuestra capacidad de verlas desde otro punto de vista, lo que nos lleva a estar por encima de ellas.

Tarea para los papás

Para evitar que los niños sean altamente vulnerables a la indefensión, se recomienda:

  • Coherencia: Unión entre los padres para estar de acuerdo al explicar que está bien y que está mal, además de hacer lo que dicen evitando la contradicción. Ser coherentes ayuda a la autoestima de los niños y a tener confianza, teniendo una visión más positiva del mundo que le rodea.
  • Incondicionalidad: Amarlos sin importar qué y hacérselos saber. El miedo de perder el amor de los papás por algún comportamiento, puede tener grandes consecuencias en su desarrollo social e interior, no se trata de permisividad sino de dejarles claro que, aunque habrá acciones que no serán aprobadas, el amor nunca cambiará por más enojados que estemos. Sentirse aceptado empodera a tu pequeño.
  • No usar el miedo: Cuando nos excedemos en los castigos o nos dejamos llevar por la ira al gritarles u ordenarles algo, puede que los niños se queden como 'congelados' sin saber qué hacer, allí puede estar naciendo una indefensión relacionada a la confusión de amar y temer a alguien al mismo tiempo. Esta conducta puede afectar luego sus relaciones al querer escaparse de ellas por dicha asociación distorsionada.
  • Dejarlos ganar y también perder: Los tropiezos de la vida dejan grandes lecciones por eso pese a que sean buenas las intenciones que nos llevan a tratar de evitarles cualquier tipo de dolor, ir al extremo no es bueno. Ellos necesitan saber que pueden volver a intentarlo y conseguir mejores resultados, necesitan vivir la realidad de que no siempre los resultados son buenos (y está bien), y también necesitan aprender que pueden solucionar problemas por sí mismos.

Vea además: Cuando el bullying empieza en casa

Ayudar a formar generaciones que sientan que pueden hacer una diferencia es posible si aprendemos nosotros primero que debemos enseñarles que muchas cosas sí tienen solución, y que encontrarla está en sus manos (o decisiones).

Frente al acoso escolar hay que recorrer un camino largo, pero llenar a los niños de la confianza en sí mismos para hablar y creer que la situación puede mejorar es el paso fundamental. Sentirse competentes para la vida los ayudará a romper el ciclo mental en donde que puede convertir sus relaciones, y hasta experiencias laborales en nuevos escenarios para seguir siendo abusados.

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Escrito por

Revisado: María Fernanda Medina

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