El Bullying y la familia

El Bullying es un doloroso tema, existente en la vida de muchísimas familias. Aquí comento acerca de pautas de crianza que facilitan o desfavorecen al desarrollo de esta problemática.

1 FEB 2019 · Lectura: min.
El Bullying y la familia

Ya lleva más de 40 años la palabra "Bullying" dando vueltas fuertemente y siendo un tema para manejar a nivel social, escolar y familiar. Aun así, vemos cada día más casos tristes que, a pesar del conocimiento y los esfuerzos por evitarlo, siguen presentándose.

Seguramente todos entendemos por Bullying a la dinámica de violencia reiterativa y constante de una persona, o un grupo de persona, hacia otra sin que ésta lo haya provocado, encontrándose una relación de "poder". Vale la pena precisar el concepto de violencia entendiéndolo como el uso deliberado de la fuerza física o poder, ya sea en forma de amenaza o efectiva, contra uno mismo, otra persona, o un grupo o comunidad que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos trastornos de desarrollo o privaciones, según la define la OMS.

Es alarmante que desde el primero de octubre del 2017 al primero de octubre del 2018 se hayan presentado 2.981 casos graves de Bullying, tal como lo informa la ONG "Bullying sin fronteras" en su artículo "Estadísticas de Bullying en Colombia 2018. Informe del Dr. Javier Miglino y equipo internacional de B.S.F".

Esta cantidad no cubre todos los casos que se presentan, solo los que se dieron a conocer y fueron considerados graves; pero aún queda por contar los desconocidos y los "no tan graves" que son una bomba de tiempo con posibilidad de causar graves daños e incluso la muerte, sea porque la generen sus fuertes agresiones o porque las victimas deciden terminar con su vida al no soportar más dicha situación.

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Participantes directos en la dinámica de Bullying

Sabemos que hay tres actores principales en esta dinámica: el agresor, la víctima y los observadores.

En este artículo, pretendo mostrar algunas de las principales características que con frecuencia presentan cada uno de los actores y desde allí revisar en nuestras familias, en nuestros hijos, si hay alguna o algunas que podamos evidenciar con el fin de orientar y prevenir problemas futuros, pues en esta problemática no solamente la víctima tiene consecuencias negativas sino también los otros actores.

Los agresores: Busca generar respeto a través del miedo entre sus pares, lo hace por medio de su temperamento agresivo e impulsivo, presenta pocas habilidades asertivas, le falta empatía, es autosuficiente, cuenta con buen autoconcepto, egocientrismo y síntomas narcisistas. Cosifican al otro convirtiéndolo en objeto de diversión, si más (aparentemente). Buscan llamar la atención y el reconocimiento, principalmente de sus pares, a través de éstas conductas. Davis y Davis (2005), afirman que los agresores asumen que la víctima merece la agresión, sienten un deseo de poder que supera la empatía por lo que están dispuestos a lastimar a los demás para sentirse poderosos.

Una de las consecuencias del agresor es el refuerzo que recibe por algunos de sus pares y la consolidación de estas conductas como única forma de llamar la atención y ejercer poder que puede ser aplicable en cualquier contexto y en cualquier momento. Correira y Dalbert (2008) aseguran que hay una correlación entre las personas que tienen rol de agresores con el bajo rendimiento escolar, poco sentido de pertenencia, otros problemas de comportamiento fuera de esta dinámica, conductas agresivas en general y bajos niveles de esperanza.

Los problemas legales en los que pueden verse envueltos, ellos o sus padres, son otra consecuencia de este comportamiento, además de ser expulsado y rechazado en otros contextos.

Las víctimas: adoptan una actitud pasiva frente a las agresiones, baja asertividad, inseguro, sensible, tímido, ansioso, introvertido, suelen ser sobreprotegidos, cuentan con pocas habilidades de afrontamiento, sensación de soledad y poco apoyo de sus pares y adultos del contexto. Según Davis y Davis (2005), se sienten culpables y merecedores de la agresión.

Las consecuencias que pueden tener las víctimas son presencia de síntomas depresivos, ansiedad, problemas psicosomáticos, bajo rendimiento académico o deserción escolar, baja autoestima, pobre funcionamiento social. Moreno, Plata y Riveros (2009) afirman que ser víctima en la adolescencia puede afectar negativamente la construcción de la identidad del individuo dado que la forma en que se percibe a sí mismo está intervenida por su experiencia de víctima.

Las conductas suicidas son otras de las consecuencias de este grupo como escape de la situación que están viviendo.

Los observadores: Son aquellos que observan la agresión pero no están directamente involucrados en ella. Avilés (2009) plantea que hay observadores que cumplen otro tipo de roles como los ayudantes del agresor, (que lo animan y respaldan), los defensores de la víctima y los adultos que conocen la situación pero se mantienen al margen de esta. Algunos observadores disfrutan con la agresión al otro, otros sienten empatía bien sea con el agresor o con la víctima, sin embargo generalmente su actitud es pasiva al respecto, principalmente por miedo a convertirse en víctima. Generalmente dan muestras de inseguridad y ansiedad, que les impide actuar y aquellos que sí lo hacen tienen un componente afectivo hacia el agredido. El vínculo afectivo existente entre el observador y cualquiera de los otros dos actores es un factor importante para que adopte una postura más participativa o se quede simplemente observando lo que sucede.

Las consecuencias para este grupo generalmente es el desarrollo de ansiedad, síntomas de paranoia y ver al agresor como modelo para ser tenido en cuenta y ser respetado. Algunos observadores desarrollan sentimiento de culpa por no ser capaces de intervenir e impedir situaciones dolorosas.

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¿Qué podemos hacer desde la familia?

Los tres participantes en la dinámica de Bullying tienen una familia y han recibido ciertas pautas de crianza que pueden haber afectado más o menos a sus conductas actuales. Muchas de las conductas han sido aprendidas en un entorno que facilitaron su aprendizaje, desde la agresión, la sensibilidad y no reacción, o la postura de "ver los toros desde la barrera" han sido aprendidas y son la evidencia de alguna emoción y/o pensamiento que las sustenta. Por ellos he querido anotar estos puntos para revisar lo que pasa en casa, en mi vida como principal educador – orientador de mi hijo,

  • Enseñar con el ejemplo. Hacer uso del diálogo, la aceptación del otro, la empatía, la asertividad y el amor como estilo de vida. Marcar límites sin pasar por encima del otro pero tampoco permitiendo que pasen por encima nuestro.
  • Si como padres somos agresivos y contamos con ese repertorio conductual para ejercer poder (bien diferente al liderazgo), si usamos el grito, la burla, el golpe para que nos obedezcan y no ejercemos una crianza democrática, seguramente estaremos aportando nuestro granito de arena para que esta problemática se mantenga.
  • Desde pequeños, es más desde el embarazo, trabajar en la creación de un vínculo seguro entre padres e hijos. Nuestros hijos deben estar seguros de que, por mucho que se equivoquen, el amor por ellos sigue estando intacto simplemente porque somos sus padres. Que pase lo que pase sus padres van a estar ahí. Que puede contarnos las cosas y que en familia se encontrará la salida y solución.
  • Dar herramientas para afrontar la vida (y aplicar esas herramientas en la nuestra). Generarle situaciones que le permitan desarrollar esas habilidades de afrontamiento y crear unas nuevas propias. Evitar la sobreprotección, invitarlos a que solucionen por ellos mismos lo que la vida les presenta, asegurándoles que los acompañamos en el proceso y que no los dejaremos ahogar.
  • Fomentar espacios de diálogo con ellos donde podamos transmitirles lo que pensamos en relación con el Bullying, y con cada uno de los actores. En estos espacios también es importante que les demos herramientas para enfrentar este tipo de situaciones, desde lo que nosotros como padres creemos y queremos sembrar en ellos.
  • Hablar con nuestros hijos constantemente. La interacción con ellos nos permite detectar situaciones diferentes que pueda estar viviendo. Para poder identificar sus cambios es importante conocer a nuestro hijo, lo cual se da a través del tiempo, cantidad y calidad, que interactuamos con él.
  • Prestar atención y no pasar por alto los comentarios que nuestros hijos nos hacen, especialmente si nos dicen que no quieren volver al colegio.
  • Mantener comunicación constante con el colegio y con otros grupos a los que pertenezca, de tal forma que podamos tener un conocimiento más amplio teniendo en cuenta la visión de otras personas.

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Son varios aspectos que tenemos que tener en cuenta para desarrollar factores protectores en nuestros hijos, no solamente para esta situación sino para muchas otras que se le pueden presentar en la vida. Culturalmente nos han enseñado otras pautas de crianza que muchos de mi generación hemos ejercido y es justo por eso que sembramos las semillas de los frutos que hoy estamos recogiendo. Aún hay tiempo para cambiar lo que estamos viviendo y sobre todo es el momento para cambiarnos a nosotros mismos y sembrar bien para que podamos recoger frutos de justicia, aceptación, respeto y amor en las generaciones futuras.

REFERENCIAS

  • Avilés, J. (2009) Victimización percibida y Bullying. Favores diferenciales entre víctimas. Boletín de psicología, Marzo, 95, 7 - 28 España
  • Correira, I y Dalbert, C. (2008). School bullying belive in a personal just world of bullies, victim and defenders. European psychologist. 13,4, 248 – 254.
  • Davis, S. y Davis, J. (2005). Crecer sin miedo. Estrategias positivas para controlar el acoso escolar. Norma: Bogotá
  • Miglino, J. (2019) Estadísticas de Bullying en Colombia 2018. 
  • Moreno, J.H, Plata, C.N y Riveros, M. (2009). La autoestima y la empatía en adolescentes observadores, víctimas y victimarios del Bullying de un colegio del municipio de Chía. Tesis postgrado no publicada. Instituto Forum. Universidad de la Sabana. Colombia.

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Escrito por

Ps. María Fernanda Medina Cuenca

Psicóloga de la Universidad Nacional de Colombia, especialista en niños y adolescentes de la Universidad de la Sabana, postgrado en Neuropsicología de ISEP (España) y coach de la Escuela de Psicología Transpersonal Integral (EPTI - Argentina). Su objetivo es acompañar a cada ser en el reencuentro consigo mismo y modificar la situación por la cual consulta.

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