El psicólogo: mitos y verdades

Una mirada reflexiva al papel del psicólogo, y los mitos que se tejen en torno a su labor. También es una aproximación a la realidad de su oficio.

20 OCT 2015 · Lectura: min.
El psicólogo: mitos y verdades

He decidido reflexionar sobre este tema, pues a lo largo del ejercicio de mi profesión, he escuchado toda clase de razones para ir o no ir al psicólogo. Desde la ya muy conocida frase: "el psicólogo es para los locos", hasta otras muchas más que dejan entrever el desconocimiento por parte de muchas personas sobre lo que es un psicólogo, y lo que sucede dentro de su consultorio luego de cerrada la puerta.

En este artículo haré un recorrido por aquellas cosas que piensan las personas sobre el psicólogo y pretendo hacer un acercamiento a lo que verdaderamente sucede dentro del consultorio. Parto de la premisa de que cada profesional de la psicología tiene su modus operandi de acuerdo al modelo teórico bajo el cual se rige su actuación terapéutica. Por lo tanto, lo aquí expresado puede variar de acuerdo a cada terapeuta.

¿Necesito ayuda?

Hay momentos en la vida de todo ser humano en donde se enfrenta la decisión de ir o no a un psicólogo, decisión muchas veces influida por otras personas, las cuales consideran importante la búsqueda de ayuda para la dificultad por la cual se atraviesa. Es justo en este momento cuando muchos interrogantes pueden pasar por la cabeza: ¿Necesito ayuda? ¿Estoy loco? ¿Puedo solucionar mi dificultad sólo? Es también en este momento cuando muchos miedos pueden emerger de la mente y tomar forma, muchas veces demorando la decisión de ir en búsqueda de la ayuda requerida.

Uno de los miedos más comunes es el temor a ser juzgado por el profesional o que dicho profesional piense que el motivo por el cual se consulta es insignificante. A esto se suma el temor a que otros se enteren de que estoy consultando a un psicólogo.

A lo largo de estos años de ejercicio de mi profesión me he encontrado, que las creencias de las personas acerca del profesional de la psicología se dan en todas las edades, pero se da un hecho interesante y que vale la pena mencionar. En los niños y adolescentes las creencias están muy influidas por el entorno que los rodea (amigos, familia), que logran ejercer una gran presión, y que muchas veces logran ser un obstáculo a la hora de llevar al niño o adolescente a una consulta con el profesional. Esta situación se ve reforzada cuando muchas veces los padres no saben explicar a los hijos la razón por la cual acudirán al psicólogo, llegando en muchos casos a llevarlos con engaños, lo cual hace que se dificulte iniciar un proceso terapéutico.

Ahora bien con los adolescentes sucede algo particular, en muchos casos llegan a consulta con muchas ganas de recibir atención, pues la situación que los lleva es tan pesada que lo único que desean es que un profesional los oriente y les ayude a solucionar su dificultad; pero en otros casos, estos jóvenes acuden donde el profesional, presionados por sus padres; y dichos adolescentes ven el acudir al profesional como una carta de salvación ante unos padres que ya no saben qué hacer con su hijo.

Los adolescentes y adultos

En ambos casos, las creencias que los adolescentes tengan respecto al psicólogo quedan a un lado, pero una vez dentro del consultorio suelen salir, poniendo de manifiesto que lo único que se desea es que los padres los dejen de ver como el centro de la dificultad familiar. He encontrado que por lo general los adolescentes piensan que no necesitan que un tercero se entere de sus dificultades, y creo que esto está en consonancia con la etapa del ciclo vital en la que se encuentran, ya que precisamente es una etapa donde los jóvenes creen que todo lo saben y todo lo ven bien.

Con los adultos pasan varias cosas: por un lado, nos encontramos con aquellos que piensan que no tienen razón para ir a contarle sus dificultades a un extraño; también encontramos a los que -como dijimos al inicio- piensan que los psicólogos son para los locos. Muchos de estos últimos nunca irán donde el profesional, otros, terminan cediendo a sus pensamientos y luego de la primera o segunda consulta terminan cambiando su forma de pensar.

Al respecto, recuerdo una paciente que luego de tres sesiones me dice: "al principio pensaba que esto de los psicólogos era para los locos, pero ahora siento que definitivamente vale la pena estar aquí; todo el mundo debería asistir a un psicólogo". Son frases como éstas, las que hacen que valga la pena levantarse cada día y que lo hacen ver a uno como profesional. Que definitivamente se puede hacer la diferencia en la vida de una persona. En mis años de profesional he aprendido que la mejor forma de cambiar estas creencias de las personas, es no desafiarlas sino, por el contrario, tratar de entenderlas, y permitir que poco a poco las personas se metan en el proceso y se apersonen de él. Esto llevará a que esas creencias se queden sin fuerza y finalmente desaparezcan.

El quehacer cotidiano

Quiero ahora, y antes de finalizar esta reflexión, hacer una acercamiento a la persona del psicólogo y a su quehacer diario. Primero que nada quiero dejar claro que un psicólogo es un ser humano como todos, y que por lo tanto piensa y siente como los demás; quizás lo que lo diferencia de los demás, son esos años de estudio del comportamiento humano y ese entrenamiento que recibe para poder ayudar a otras personas en la solución de sus dificultades.

Es precisamente el entrenamiento el que lo faculta para usar una serie de técnicas (varían según el modelo teórico) para lograr mediante una conversación llevar al paciente en un proceso reflexivo que le permita encontrar posibles salidas a su dificultad. Cada psicólogo aborda al paciente de forma diferente. En mi caso personal, el abordaje que hago tiene como base principal el contexto familiar, es decir que no pierdo de vista que la persona o personas que están en consulta, pertenecen a un círculo familiar y, por lo tanto, para mí es importante mirar la dificultad del consultante, desde el contexto familiar y sus interacciones. Otro asunto importante es que lo que le digas a un psicólogo queda protegido bajo el secreto profesional, es decir, que el profesional jamás podrá revelar lo que tú le dices en consulta, sólo en caso de peligro de muerte para el paciente o de otra persona del entorno del paciente.

En conclusión, los psicólogos estamos para escuchar y ayudar a quienes llegan a consulta. No juzgamos, simplemente orientamos. No hay que esperar a tener una dificultad para visitar al psicólogo, simplemente por crecimiento personal y por conocernos un poco más. No tengan miedo de asistir a su consulta.

Finalmente quiero invitarlos a pensar en su salud mental. Así como invertimos en ropa, diversión, comida, salud física, etc., deberíamos invertir en nuestra salud mental, y no dejarlo para cuando ya se vuelve en una auténtica necesidad. La salud mental es una necesidad, no un lujo.

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Escrito por

Alejandro Agudelo

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