Personas tóxicas: mientras más lejos, mejor

Manipuladoras, victimistas, criticonas, quejumbrosas y pesimistas. Así son las personas tóxicas, a las que deberías mantener muy lejos o simplemente, evitar.

9 AGO 2016 · Lectura: min.
Personas tóxicas: mientras más lejos, mejor

Una persona tóxica podría definirse como aquella que no aporta mucho o que, definitivamente, no aporta nada a nuestras vidas. Al contrario: nos agotan por su alta dosis de negativismo.

¿Qué sentido tiene conservarlas como amigos en Facebook o frecuentarlas sin que nos sintamos cómodos? La respuesta podría estar en los convencionalismos sociales e incluso, en la obligación que se impone por las relaciones familiares, laborales, vecinales o de negocios.

Sin embargo, debemos tener claro qué límites poner en nuestra interacción con estas personas: qué temas le permitiremos tocar y hasta dónde o en qué asuntos no estamos dispuestos a transigir. También es importante aprender a defendernos con humor e inteligencia para no caer en su juego de manipulación y negativismo.

Alejarse por un buen tiempo es otra opción: varios estudios han comprobado que las personas tóxicas generan estrés y es necesario liberarse de ellas para relajarse un poco.

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¿Cómo son las personas tóxicas?

Pueden tener una o varias de estas características y, en general, se trata de personas con problemas de autoestima (mucha o poca) y gran necesidad de reconocimiento y aceptación.

Victimista. Le echan la culpa de todos sus problemas a los demás: el jefe, los papás, su pareja... todos son responsables, excepto él o ella misma, de los conflictos. Les cuesta aceptar errores o poner fin a situaciones que les hacen daño porque prefieren estar yendo por la vida como víctimas.

Quejumbroso. El lado negativo es su mejor ángulo. Siempre se están quejando de la situación personal y del entorno, de las personas que los rodean y de las noticias. Para ellos, el pesimismo es una forma de vida.

Manipulador. Le encanta pedir favores pero nunca los hace. Está ahí para enseñarnos que le debemos algo, pero no está dispuesto a ceder ni a entregar parte de su tiempo en beneficio de los demás. Te hace sentir que eres su amigo y finge comprenderte para luego utilizar información tuya en tu contra.

Egoísta. Habla de sí mismo y de sus propios problemas el 90% del tiempo. El 10% restante, habla mal de los demás. Es una persona que está centrada en sí misma y esto no le permite convivir de forma natural con los demás, escucharlos y entender sus problemas.

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Criticón. No nos engañemos: hay momentos en que caemos en la tentación de hablar mal de alguien; pero... ¿todo el tiempo y de todo el mundo? Las personas que, al parecer, no tienen vida propia porque se la pasan criticando a los demás pueden padecer un problema de autoestima porque, en el fondo, consideran que su vida es demasiado aburrida. En vez de solucionarlo, descargan su envidia en los demás y no desaprovechan oportunidad para burlarse de los errores ajenos.

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Revisado: Manuel Minorta

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