¿Por qué los menores de 6 años no deberían jugar con pantallas?

Cada vez es más común ver niños concentrados en las pantallas de los celulares y tabletas, ¿es esto lo más adecuado?

22 FEB 2018 · Lectura: min.
¿Por qué los menores de 6 años no deberían jugar con pantallas?

Estar en contacto con la tecnología es una de las primeras experiencias para muchos niños de las nuevas generaciones. Mientras unos opinan que es inevitable, otros afirman que es perjudicial que los niños accedan a las pantallas y dispositivos tecnológicos desde pequeños. ¿Qué tan cierto es?

Psicólogos e investigadores han determinado tres factores fundamentales a tener en cuenta, antes de permitir a los niños de menos de 6 años jugar con pantallas:

Asociación mental negativa

Cuando un papá le entrega a su pequeño el celular para evitar problemas o 'mantenerlo ocupado', está fomentando inconscientemente una asociación negativa.

Aprender a esperar, tranquilizarse o comer por sí mismo, son actividades quizá no muy cómodas para los niños pero que son indispensables para su buen desarrollo mental. Si les damos el celular para distraerlos en vez de vivir estos momentos, estamos creando el mal hábito cerebral de 'ahorrarles el esfuerzo'.

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Psicológicamente se aconseja evitar el uso de este tipo de dispositivos en situaciones cotidianas como la hora de comer, vestirse o esperar al pediatra. El niño debe aprender a sobrellevar la vida con todo y sus momentos 'no divertidos', porque es probable que tienda a distraerse en medio de la clase o al leer un texto que le parece aburrido, pero darle un escape a través de las pantallas de los celulares y tabletas no debería ser el primer recurso…

Probablemente si un niño acude a su tablet cada que se aburre es porque ha aprendido en algún lado (muy probablemente en casa) que en vez de esforzarse puede distraerse. El consejo es evitar esto y acudir a asesoría psicológica si sentimos que la situación se nos ha 'salido de las manos'.

Disminución del juego con sus pares

Todos tenemos en el cerebro una región llamada 'núcleo caudado', desde allí parten las decisiones acerca de qué estímulos nos gustan más, cuáles son nuestras preferencias y qué merece nuestra atención. Todo esto según la intensidad del estímulo recibido y la inmediatez de la gratificación recibida.

Lo que sucede cuando los niños están constantemente expuestos a los estímulos intensos de las pantallas es que empiezan a preferirlas por encima de otras prácticas. Es natural que les parezca aburrido leer el tablero de clases, por ejemplo, si están adaptados a que con deslizar el dedo puedan ver diferentes colores, sonidos y opciones de distracción.

Aprender a lidiar con la frustración en la infancia

El cerebro del niño se acostumbra a estímulos fuertes y por eso llega a preferirlas por encima del juego con otros niños como sus amigos o hermanos.

Preste atención especial en caso de que su hijo tenga problemas para relacionarse con otros o tenga dificultades de aprendizaje, acuda a un psicólogo infantil para ser orientado con precisión y prontitud.

Falsa felicidad o felicidad fugaz

Al jugar y ganar, la recompensa es inmediata. Basta pasar un nivel o matar un monstruo para recibir el puntaje y recibir también los beneficios de la dopamina que nuestro cerebro activa a modo de recompensa… El problema o en cierta medida la frustración, llega cuando esta sensación de felicidad dura muy poco.

El circuito cerebral que se activa en estos casos tiene la particularidad de ser poco eficaz para dar felicidad duradera. Lo que genera una especie de adicción que se manifiesta en la repetición constante de una conducta para recibir la recompensa de la dopamina.

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En otras palabras, el niño juega y juega porque cada pequeño triunfo le significa una felicidad igual de pequeña y pasajera.

Comparativamente otros comportamientos como jugar en familia, al aire libre, manipular objetos manualmente, o tener responsabilidades como ayudar a poner la mesa, generan recompensas más duraderas, satisfacciones que a su vez favorecen al niño a aprender que también puede sentirse bien sin que un objeto o una persona se lo diga (esto es conocido como el autorrefuerzo).

Cada papá y mamá decide cuál es el método de crianza que más se adecúa a sus modelos de vida, no obstante, es bueno considerar que estas razones para evitar que los niños menores de 6 años usen las tabletas y celulares, son coherentes con algunos estudios que los asocian a problemas serios en la infancia actual:

Se afirma que, a mayor exposición a pantallas, mayor prevalencia de problemas de déficit de atención, mayores problemas de depresión infantil, mayor tendencia a la falta de autocontrol y mayor fracaso en el colegio. La Academia Americana de Pediatría (APP) recomienda evitar a toda costa la exposición a pantallas antes de los dos años. Después de esa edad, el contacto con las nuevas tecnologías debe ser gradual y controlado por los padres:

La AAP recomienda que los padres establezcan zonas libres de pantallas en el hogar, asegurándose de que no hay televisión, computadores o videojuegos en las habitaciones de los niños, y apagando cualquier dispositivo durante las comidas. Los niños y adolescentes deberían usar estos medios durante no más de una o dos horas diarias, y siempre con contenidos de alta calidad. Es importante para los niños emplear su tiempo en juegos al aire libre, lectura, aficiones y uso de su imaginación en situaciones de juego libre.

Por eso, aunque en medio de los afanes sea más fácil distraerlos con una pantalla, a la larga al restringirles este tipo de estímulos les estamos enseñando lecciones de vida como la necesidad de esforzarse, la importancia de ser pacientes y esperar, las maravillas de sentirse satisfechos con autonomía, e incluso que la educación también puede ser divertida.

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Psicólogos
Escrito por

Revisado: David Londoño

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