Netflix, la droga moderna

¿Alguna vez has comenzado a ver una serie particularmente larga, y comienzas a sentir esa dificultad incómoda para poder continuar con las cosas que están sucediendo en el resto de tu vida?

25 NOV 2018 · Lectura: min.
Netflix, la droga moderna

Es como si la serie que pasa en pantalla fuera tu historia principal y necesitaras terminarla antes de poder continuar con tus tramas reales. Incluso el desarrollo de esas historias ficticias pueden interponerse entre tu familia y tú… porque nadie se puede ver un capítulo sin ti, muchos menos contarte algún detalle que no sabes.

Y de repente te encuentras en cenas familiares, reuniones de la oficina o en tus trabajos de la universidad con el deseo intenso de saber qué estará pasando con tus personajes favoritos, añorando buenos futuros para ellos o incluso deseándole la muerte a otros.

No eres ni el primero ni el último que pasa por esto así que, ¡tranquilo! No estás loco.

Si bien es cierto que la tecnología nos ha traído todo un mundo de ventajas, facilitando la vida para podernos concentrar en las cosas más importantes; también nos ha hecho más impacientes, y la televisión on demand no es la excepción.

No siendo suficiente con que frente a nuestros ojos se desarrollan rápidas historias que dejan por fuera el transcurso normal del tiempo, la complejidad de relaciones personales, las prioridades de los personajes y los periodos de relativa normalidad que tiene la vida; también podemos ver toda una vida suceder en cuestión de hasta 15 temporadas.

Estas series le dan a nuestro cerebro los cierres que necesita, el único problema es que nos brinda cierres sintéticos, hechos de plástico, que solo sirven como efecto placebo para las situaciones que tenemos pendientes en el mundo real.

Un matrimonio perfecto en el que ambos ignoran lo que los hace infelices, la incapacidad de lograr amistades profundas y duraderas, la certeza de estar en el trabajo equivocado o el vacío interno de no hacer lo que te hace feliz, de ni siquiera saber qué es eso. Todos estos son ejemplos de tramas reales, importantes y cargadas de emociones que nos acompañan en nuestro día a día, situaciones que el cerebro nos exige solucionar, pero que ignoramos fácilmente al darle cierres provisionales, como el gran final de nuestra última serie favorita.

Y la necesidad de cierres no es la única dosis que nos dan las series, también hay un buen componente de emociones. En la vida natural las emociones más fuertes están vinculadas a cambios radicales de vida: una mudanza, la llegada de un nuevo miembro de familia o incluso una tragedia. En este contexto de natural "normalidad", el cerebro humano logra disfrutar las emociones cotidianas y alcanza las descargas de dopamina fácilmente (la dopamina es la encargada en el cerebro de generarnos emociones placenteras, de darnos la sensación de felicidad)

Entonces, cuando las situaciones que nos generan emociones son el dinero con que nuestro cerebro compra dopamina, para sentirse mejor, las series on demand ayudan a subir el precio de la dopamina, nos vuelven inmunes a las emociones. Cuando estamos viviendo situaciones al límite de manera continua, por un largo periodo de tiempo y tenemos posibilidades infinitas de hacerla con diferentes entornos, personajes y series, simplemente dormimos nuestro sistema emocional. Entonces empezamos a necesitar estímulos más fuertes para sentir algo, aprendemos a reaccionar a situaciones sencillas como lo hace nuestro protagonista favorito frente a la pérdida de su pareja.

Empezamos a sentir que la vida está libreteada y a preguntarnos qué tipo de personaje somos y qué estamos haciendo con nuestras vidas, porque el avance y progreso se empieza a medir en emociones fuertes.

El trabajo estable y constante empieza a hacer parte de esas situaciones reales que podemos ignorar, poniéndoles un parche de adrenalina con nuestra serie de turno.

Y bueno, no todo es malo, todos tenemos derecho a nuestro tiempo de entretenimiento desconectado de la realidad, la pequeña liberación que genera estar pensando en los problemas de otros y no en el dinero que debemos recoger para la siguiente cuota del banco. El verdadero problema ocurre cuando tenemos acceso fácil a todo. La televisión on demand, como Netflix es solo uno de los avances que contribuye a esta problemática, pero también tenemos otras aplicaciones y desarrollos tecnológicos que adormecen nuestras emociones.

Por ejemplo, ahora podemos conocer 5 potenciales parejas sexuales desde la comodidad de nuestro sofá en tan solo 1 minuto, pero todavía necesitamos de algunas citas y conversaciones trascendentales para formar un vínculo emocional; o la manera como ya no son necesarias las filas en el banco, pero si el tiempo, autocontrol y disciplina para generar ahorros significativos; Netflix, Tinder, Rappi, Uber, Instagram, y la lista continúa. Tenemos una aplicación para acceder casi instantáneamente a lo que queremos en casi todas las áreas de nuestra vida. Todas adormeciendo nuestro sistema emocional, procesos de autocontrol y toma de decisiones.

Mientras más conectados estamos, más nos desconectamos de la experiencia de ser humanos.

Entonces… ¿Te encuentras siempre nervioso o ansioso? ¿Te preocupas constantemente por la siguiente semana? ¿No sabes por qué pero te encuentras siendo todo un adulto sin poder controlar tus emociones, diciéndote "solo era una reunión, no sé por qué estoy llorando", "disculpa por gritar, no sé qué me pasó", "será que esto loco?" 

Nadie prepara nuestro cerebro para equilibrar la alta tecnología de nuestro mundo actual y la comparada lentitud humana. Así que… ¿por qué no tener un poco de ayuda para re-entrenar tu cerebro o manejar emociones y trabajar en los cierres que necesitas?

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Escrito por

Velle Psicología - Stefany Valencia

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