Maltrato emocional infantil: el camino a una adultez emocionalmente enferma

Hola mis lectores, nuevamente escribiendo para ustedes. Esta vez quiero dar continuidad al artículo anterior, donde abordaba la diferencia entre criar y maltratar, a propósito de un vídeo que circula en redes sociales. Decidí dar continuidad a ese artículo ya que veo que la gente no tiene muy claro las consecuencias del maltrato emocional infantil y parece no darle importancia. Así que en este artículo profundizaré en las consecuencias del maltrato emocional.

Empecemos pues.

Quiero partir, citando nuevamente la definición de la OMS (Organización Mundial de la Salud) de maltrato emocional:

El maltrato emocional se produce cuando un cuidador no brinda las condiciones apropiadas y propicias e incluye actos que tienen efectos adversos sobre la salud emocional y el desarrollo del niño. Tales actos incluyen la restricción de los movimientos del menor, la denigración, la ridiculización, las amenazas e intimidación, la discriminación, el rechazo y otras formas no físicas de tratamiento hostil

Ahora bien, teniendo clara la definición, entremos entonces a analizar a quienes participan en dicho maltrato y por qué genera tantos daños. Los actores principales son los padres o figuras significativas de los niños. Al ser los padres o cuidadores las principales fuentes de autoestima para el niño, es decir, los que le enseñan al niño a tener autoestima; cuando estos, con su conducta o palabras no brindan la aprobación que el niño necesita, la estabilidad emocional del infante comienza a tambalear.

¿Cómo entender mejor lo anterior? Pues bien, si un padre continuamente ignora su hijo, o se queja por tenerlo, el mensaje que le llega al niño es que simplemente él no es querido por ese padre, o si un padre grita a su hijo y lo ridiculiza o se enoja porque al niño algo no le sale bien, el mensaje es el mismo, pero más agravado. Y como consecuencia inmediata el niño aprende que él no es digno de ser querido.

Las consecuencias del maltrato emocional en los niños, están relacionadas con la edad del niño y la intensidad del maltrato recibido. Revisemos entonces un poco dichas consecuencias.

Cuando un niño recibe maltrato emocional en la infancia ( 0 a 6 años) las consecuencias estarán relacionadas con su autoestima, entonces tendremos niños que cuando entran a su preescolar, les cuesta relacionarse con los docentes y los otros niños, y muchas veces se convierten en niños matoneadores o matoneados, y ya conocemos de sobra lo que pasa a lo largo de la vida escolar con este tipo de niños, de más está decir, que muchos de estos niños terminan con estados depresivos y claro está, cometiendo suicidio.

Cuando el maltrato se da de los 6 años en adelante, si bien el efecto sigue siendo sobre la autoestima; como ya son niños con personalidades más estructuradas, podemos encontrarnos con que pueden desarrollar trastornos de personalidad y emocionales diversos, los cuales se ven más afectados por la etapa de vida, sobre todo la preadolescencia y adolescencia, lo cual puede llevar a estos chicos por caminos de drogadicción, sexo precoz y hasta tomar la decisión de fugarse de la casa. Es importante anotar que cuando el niño preadolescente o adolescente no encuentra al interior de su hogar, la aprobación y el amor que necesita, empieza a buscarlo por fuera, donde encontrara por lo general, malos caminos; y esto sumado a que esta carente de afecto por sí mismo, hacen que sea presa fácil para caer hasta los más bajo.

Ahora miremos cómo sería la afectación de estos niños en un corto y largo plazo. A corto plazo tendremos niños que son inseguros, con relaciones interpersonales conflictivas, con una gran carga de odio y desamor por sus padres, no sabrán dar ni recibir afecto, temerosos ante las figuras de autoridad o muy retadores de la misma. A largo plazo desarrollaran problemas de autoestima, trastornos de personalidad y/o emocionales, la relaciones afectivas conflictivas e inestables, y serán adultos que de no mediar un proceso de toma de consciencia, repetirán con sus hijos las mismas conductas, es decir se vuelve una cadena repetitiva.

Quiero invitar en este punto, a una reflexión profunda de nuestro rol como padres, a que nos preguntemos si en nuestro estilo de crianza tenemos en cuenta las emociones de nuestros hijos o simplemente buscamos criar a como dé lugar. Cuestionémonos qué tanto conocemos a nuestros hijos, lo cual va más allá de saber cuál es su comida favorita; esto está más relacionado con saber qué piensa y siente respecto a cada una de sus áreas de vida, es conversar con él y poder entender un poco qué le enoja y qué no, del mundo que lo rodea. Preguntémonos qué tan enterado estoy de la vida escolar de mi hijo, no solo de lo académico, sino de todo lo demás.

Ser padre no es solo regañar y castigar, ser padre es escuchar y buscar entender la razón de sus conductas.

Quiero recordarles que nuestros hijos necesitan que como padres, los escuchemos y les ayudemos a generar las herramientas para poder sobrevivir en el mundo, y una de esas herramientas es el estado emocional; criemos hijos emocionalmente estables y tendremos adultos con grandes proyectos.

Buenos mis lectores, espero les haya gustado; Y no se les olvide... La familia es lo primero.

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