El estrés como función cerebral

El cerebro reacciona de manera adaptativa a las situaciones de peligro, provee los cambios necesarios para permitirnos una acción inmediata, pero el exceso puede generar daños irreparables.

14 JUN 2018 · Lectura: min.
El estrés como función cerebral

María Yoana Cataño Buitrago

Psicóloga clínica

El estrés desde el modelo salutogénico, en vez de insistir en el impacto negativo de los estresores, se señala como una estrategia general para afrontar alguna situación. El estrés es la generación cambios cerebrales ante una amenaza, clarificando que en cierta manera, el cerebro "se pone en guardia", para aportar la energía que necesita el organismo, con lo cual puede por ejemplo, agudizar los sentidos; no obstante, cuando el estrés sobrepasa la capacidad de reacción, puede generar un colapso en diferentes áreas. En ocasiones es necesario un poco de estrés para mejorar las funciones cognitivas, un poco de estrés facilita la memoria, aunque si es excesivo tiene el efecto contrario.

De acuerdo a Lazarus y Folkman (1986) [1] existen factores en el entorno o factores situacionales, relacionados con la novedad, predictibilidad, incertidumbre, factores temporales y ambigüedad, teniendo en cuenta que estas categorías hacen parte de la percepción cognitiva de la persona sobre la situación, y la anticipación a un acontecimiento, dando una concepción transaccional del estrés como reacción adaptativa.

Si bien el estrés se presenta en todas las edades, debido a que el estrés es una función del cerebro, los niños pueden ser más vulnerables porque el cerebro se está desarrollando, las personas mayores también son más vulnerables ante es estrés por el envejecimiento del cerebro. Llevando consigo que además de que los niños y los ancianos son más vulnerables, el impacto del estrés; en los niños es categóricamente mayor, porque es la etapa de formación para la vida adulta, en donde se aprende no solo el afrontamiento al estrés sino también se desarrolla la personalidad y el funcionamiento cerebral, adiciono igualmente un apartado del articulo de Solano (2004) [2] en donde refiere: "El estrés a muy temprana edad se relaciona con daño más profundo afectando los procesos de neurogénesis, sobreproducción sináptica, poda sináptica y mielinización en un periodo crítico del desarrollo del sistema nervioso central". Siendo de gran impacto el estrés postraumático en un niño, incluyo llevando a la destrucción de funciones neuronales específicas y por lo tanto la aparición de enfermedades mentales incurables, como es el impacto en la amígdala y posterior presencia de esquizofrenia [3].

Por lo tanto, no solo serían más vulnerables los niños y niñas a partir de la ausencia de maduración cerebral necesaria para afrontar una situación que se percibe como amenazante, sino que el impacto es determinante en la vida adulta, siendo por lo tanto un foco de atención para la psicología clínica, con el objetivo de generar factores de prevención, diagnóstico y tratamiento oportuno.

En concordancia con lo anterior, el estrés y ciclo vital están relacionados en la medida que se recibe o se provee apoyo social, es así que en los estadios iniciales (niñez, adolescencia, juventud) y en la tercera edad, se es receptor de apoyo social, por lo que son más propensos a necesitar ayuda, lo que influye directamente en el manejo y la prevención del estrés.

Adicionalmente existen otras categorías para definir vulnerabilidad ante el estrés, como son los tipos de personalidad o diferentes factores descritos en el amplio espectro de la personalidad, que pueden hacer a una persona, más o menos vulnerable al estrés.

Es importante comprender que la ausencia de estrés no da la felicidad, sin embargo, las personas felices conocen su resistencia al estrés y frenan cuando es necesario, utilizando esto como un recurso de afrontamiento. Por ello la importancia de vincularse a situaciones placenteras diversas, para la generación de oxitocina, entre ellas, un masaje, una conversación placentera con otra persona, el contacto físico, la risa, entre otros, no obstante, existen diferentes técnicas para conseguir la relajación y la generación de hormonas relajantes, también aplicados en diferentes terapias psicológicas.

Referencias

[1] Lazarus y Folkman (1986) Estrés y procesos cognitivos. Barcelona: Martínez Roca

[2] Solano, M. E. (2004) Estrés post traumático en niños y adolescentes y sus consecuencias. Honduras Pediátrica - Volumen 24 Número 2

[3] Velayos, J. L. y Dieguez, g. (2015) Anatomía y fisiología del sistema nervioso central. Madrid: CEU Ediciones. p. 241

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Escrito por

Maria Yoana Catano Buitrago

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