¿Cómo se deja ir?

Toma cualquier objeto, sostenlo con fuerza y luego... Simplemente déjalo caer. Déjalo que caiga de tu mano...

22 ENE 2019 · Lectura: min.
¿Cómo se deja ir?

¿Cómo se deja ir? No puedo simplemente dejarlo ir; me es imposible dejarlo ir... Estos son los pensamientos que pueden rondar nuestra mente cuando nos preocupamos, nos aferramos y nos obsesionamos.

Dejar ir es una habilidad que cualquier persona puede adquirir.

El centrarnos con pasión puede guiarnos a lo largo de nuestra ruta y ayudarnos a encontrar nuestro camino.

Pero la obsesión puede significar que ya cruzamos esa línea, otra vez.

Les cuento una historia:

El príncipe pasaba los días en la ventana a la espera de que algo sucediera. Solo le quedaba un sirvienta que se encargaba de hacer las compras y mantener limpio el castillo. "¡Qué vida más aburrida!", suspiraba.

Una mañana de abril una golondrina se posó en el alfeizar. "¡Oh!", exclamó, ¡qué hermosa y delicada criatura!" La criatura le dedicó una breve melodía y se fue. Él quedó maravillado, su canto le pareció el más hermoso del mundo y su plumaje el más singular. ¡Un ser único!

A partir de entonces, el príncipe esperaba impaciente su regreso. Llegó el tan ansiado día en que la golondrina volvió a cantar. Al marcharse, el príncipe se preguntaba: ¿Tendrá frío?, ¿Tendrá hambre? e hizo que el sirviente comprara materiales para construir una casita y cazara insectos para alimentar el ave.

El sirviente sólo podía pensar en cuantos inconvenientes le causaba la dichosa golondrina.

Dentro de la casita colocó los insectos, agua y unos trozos de tela a manera de cama, disfrutaba de ver cómo el pajarito se acercaba al alféizar y disfrutaba de estas comodidades, le preguntaba: "¿Te gusta, mi querida golondrina?"

E interpretaba el trinar del ave como un gesto de aprobación.

Entonces, le invadió la ansiedad: "¿Y si no regresa?, ¿y si otros príncipes construyen mejores casas que esta?" por lo que decidió colocar una puerta con seguro.

Cuando la golondrina regresó la encerró y le confesó el profundo amor que sentía por ella.

En un principio el ave se sentía confortable de tener cubiertas sus necesidades, pero con el pasar del tiempo dejó de cantar hasta que enmudeció.

Consternado, el príncipe la interrogó:

La golondrina solo pudo contestar: "Mi canto esta inspirado en el fluir del río, en la brisa del viento, el reflejo de la luna en las rocas de la montaña". Yo alegre te lo traía, pero en este jaula no tengo nada de que cantar.

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"Yo lo hago porque te amo, y ¿si te hiriera un cazador? No encontrarás comida o refugio"

Al día siguiente encontró la golondrina muerta, presa de la ira despidió al sirviente porque de seguro los insectos que cazaba la habían envenenado.

El hecho de haber encontrado un culpable no reconfortó al príncipe quien ahora se sentía más solo y desdichado.

Hasta que una mañana se posó una nueva golondrina que le cantó la canción más maravillosa del mundo...

Cuando estamos obsesionados con algo o alguien creemos erróneamente que la felicidad la sentimos gracias a ello, a ese algo que se encuentra en el exterior de nosotros. Experimentamos un espejismo de seguridad de que este objeto o persona nos protege de calamidades, como la soledad, nos da una vida cómoda o seguridad económica.

Estas no son más que fantasías que los seres humanos construimos y que generan un gran sufrimiento. Si nos obsesionamos estaremos siempre ansiosos debido a la posibilidad de perder aquello que tanto nos costó conseguir y que creemos que da sentido a nuestra existencia.

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Escrito por

Psicóloga Ambar Ardila

17 años de experiencia en la atención terapéutica de adolescentes, adultos y parejas. Su filosofía de trabajo es "los pensamientos que elegimos son las herramientas que utilizamos para enriquecer nuestra vida y marcar la ruta". Motiva a los pacientes en el desarrollo de su autoestima y autocontrol.

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