La infelicidad actual

La sociedad actual es fundamentalmente infeliz, debido a su constante deseo de satisfacción material y a su afán por cumplir metas ajenas.

11 MAY 2016 · Lectura: min.
La infelicidad actual

Siguiendo con el tema planteado en mi entrada anterior, quiero resaltar algo importante: si bien los motivadores extrínsecos se agotan y siempre los debemos aumentar creo, a modo personal, que gran parte de la infelicidad actual de muchas personas con estos motivadores no radica en su salario o en los bienes materiales que tienen, sino en que no saben quiénes son ellos mismos.

Haré una revisión rápida de nuestras dinámicas sociales de crianza y desarrollo: desde pequeños se les enseña a las personas que deben hacer todo por razones externas: uno debe ser educado porque los padres lo obligan; debe estudiar porque debe sacar buenas notas y porque así lo dicen los profesores; e incluso, una persona debe embargar tres sueldos para comprar una "roca" y así poderle pedir matrimonio a su pareja.

Al final, la mayoría de las personas no saben por qué hacen lo que hacen y terminan viviendo toda su vida impulsados por motivadores externos.

De esta forma las personas dejan de lado lo interno: las mujeres dejan de verse bellas porque se comparan constantemente con modelos de cuerpos perfectos e incluso, imposibles de lograr y los hombres debemos tener cuerpos de gimnasio, porque esa es la belleza.

En últimas, el mensaje es que nunca seremos suficientemente perfectos para el mundo y los estándares de excelencia, belleza, inteligencia y fortaleza son, por consiguiente, incansables. Las personas se sientes insuficientes, feas, incapaces y, por tanto, en extremo infelices. `

La consecuencia directa es que disfrutamos las metas de las cosas y no el camino. La gente trabaja toda la semana esperando el viernes, trabaja 50 semanas esperando dos de vacaciones y trabaja toda la vida, esperando ser feliz en el momento de la jubilación. Pocas cosas nos hacen en verdad felices o al menos cosas que perduren en la vida, ya que al parecer cuando es posible que vamos a alcanzar la meta de la felicidad, ésta se desplaza otro tanto.

La infelicidad se muestra entonces como aquel desconocimiento propio producto de una lógica en la que la persona ha vivido por y para otros, dejándose de lado a sí misma. Cada día es más frecuente conocer personas que no hacen los que les gusta y, más aún, no saben ni siquiera lo que les gusta dejando su vida a la deriva de una rutina frustrante en la que esperan ser felices cuando ésta termine y... ¡Oh sorpresa! Nunca terminará.

La pregunta queda entonces en la reflexión de si vale la pena gastarse su vida en los propósitos, sueños, metas e ilusiones de otras personas o si sería más reconfortante proponerse metas propias y alcanzarlas para lograr una realización personal.

Retomando algo que escribí anteriormente: mucha gente gasta su vida ganando un sueldo.

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Escrito por

Ps. David G. Londoño V.

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