La asertividad, una cualidad cada vez más valorada

La asertividad es una habilidad social que nos permite expresar opiniones y sentimientos de manera efectiva, sin agredir al otro. El punto medio ideal para una buena convivencia.

9 NOV 2016 · Lectura: min.
A la hora de explicar en qué consiste la asertividad, muchos psicólogos utilizan la figura de un triángulo: en un vértice está la pasividad, en el otro la agresividad y en el del medio, la asertividad.

Expresar de manera adecuada nuestras opiniones, sentimientos o quejas no es una tarea fácil. Requiere tacto para no vulnerar los derechos de los demás pero, al mismo tiempo, debemos demostrar firmeza para dejar claro nuestro punto de vista.

Muchas personas se abstienen de opinar, porque prefieren evitar polémicas; otras, no se quejan por miedo a parecer exageradas y también hay quienes, viendo vulnerados sus derechos, prefieren eludir cualquier debate. La asertividad consiste, justamente, en encontrar ese tono y esa actitud adecuadas para decir lo que pensamos y defender nuestros derechos de manera efectiva y racional.

No agredir ni ser agredido es el principio básico de una conducta asertiva. Es el balance ideal que permite ir con la cabeza en alto por la vida (no se trata de ser sumisos), sin caer en el otro extremo de quejarnos continuamente por todo.

A la hora de explicar en qué consiste la asertividad, muchos psicólogos utilizan la figura de un triángulo: en un vértice está la pasividad, en el otro la agresividad y en el del medio, la asertividad. Aprender a pedir favores, tener la cabeza fría para decir no a tiempo; negociar cuando no estamos de acuerdo con lo que se nos intenta imponer, y ser flexibles a la hora de ceder en algunas discusiones son algunas actitudes asertivas. En definitiva, se trata de conseguir lo que queremos, respetando los derechos de los demás y expresando nuestros sentimientos y opiniones de forma clara.

Una persona capaz de reconocer las virtudes ajenas, de aceptar errores y de establecer discusiones en la que es capaz de defender sus argumentos y escuchar los de los demás, es una persona asertiva.

Negociar es un arte

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Está claro que el miedo al qué dirán, el miedo a perder derechos o el miedo a paralizarse frente a un superior pueden echar para atrás cualquier intento de negociación en caso de que queramos "pelear" por un derecho o exponer un punto de vista. Esto aplica tanto en el ámbito laboral como en el escolar o el familiar.

Constantemente estamos ante situaciones en las que es necesario saber negociar para obtener lo que queremos sin agredir a otros. Tener claro el objetivo a lograr es el primer paso de una buena actitud ante la negociación. No queremos quedar mal ni atacar al otro, ese no es nuestro objetivo. Lo que buscamos es un fin muy práctico, un logro concreto. Si tenemos clara esa meta, no nos dejaremos invadir por el miedo.

Dejar atrás los prejuicios es difícil cuando estamos frente a otra persona con la que necesitamos negociar; pero es necesario para que no pensemos que el debate dependerá de sus "buenas" o "malas" intenciones. Exponer nuestros argumentos con claridad es el primer paso para que el otro entienda nuestras motivaciones; pero aquí también se pone en juego nuestra capacidad de escuchar los argumentos contrarios y ceder lo justo para que ambos puedan salir ganando.

Concretar, sin rodeos

Encontrar el momento y el ambiente adecuados para hablar es vital. Ambas personas deben estar en la disposición de hablar con claridad, sin agresiones ni ánimo de confrontación. Mostrarse extremadamente tranquilo, como si no nos afectara nada de lo que dice el otro, también puede resultar ofensivo. Es interesante hacer una autoevaluación de nuestras motivaciones y nuestro estado de ánimo para tratar con respeto al otro y exigir el mismo respeto a cambio.

Hablar con claridad siempre es una buena forma de demostrar nuestra capacidad de ser asertivos. Qué queremos, qué nos molesta, qué hechos concretos motivan el debate, qué necesitamos defender, qué nos inquieta... Responder a estas preguntas de forma individual es un buen primer paso para luego plantearlas a la persona o al grupo con el cual queremos llegar a un acuerdo.

En todo momento, es conveniente expresar sentimientos y opiniones de manera concreta, con palabras precisas y sin necesidad de insultar o gritar. Podemos hacer entender al otro que algo no nos gusta o nos ha afectado sin violentarlo. Por ejemplo, podemos resaltar sus valores y el hecho de que tiene razón en su argumento, antes de exponer nuestro propio punto de vista. Reconocernos como iguales es un buen punto de partida para un debate constructivo en el que ambos podemos ser asertivos.

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Revisado: Manuel Minorta

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Comentarios 1
  • Miriam Santander

    Quiero saber más acerca de la asertividad.

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