¿Es amor o dependencia emocional? Qué es la dependencia emocional y sus síntomas

¿No sabes definir si tu relación es solo una dependencia o es en realidad un proceso llamado amor? Pues entonces ponle cuidado a estas señales de la dependencia emocional.

17 JUL 2021 · Lectura: min.
¿Es amor o dependencia emocional? Qué es la dependencia emocional y sus síntomas

Muchas personas llegan al consultorio preguntando por situaciones derivadas de relaciones tóxicas, basadas en la manipulación, la violencia psicológica, en chantajes emocionales y en la imposibilidad de tener una relación sana y constructiva. Pero no es sino hasta que la persona está muy cansada y afectada por situaciones que se han ido acumulando en el tiempo y que se hacen cada vez mas difíciles, que asisten a un amigo o un profesional a pedir ayuda.

¿Cómo saber si lo que estoy construyendo con mi pareja es amor o es una dependencia emocional?

La verdad es que definir el límite entre una y otra es complicado, ya que todo acto de amor (sobre todo en nuestra cultura) tiene un componente de dependencia emocional. Dependes de la aceptación del otro sobre tu forma de actuar, dependes de su aprobación, de su consentimiento y otras muchas formas de llegar a consensos sobre cómo vivir la vida en pareja o en sociedad. Las instituciones son las primeras en enseñarnos esto; en el colegio aprendimos que ser buen estudiante era ser agradecido con los padres y la sociedad y por ello éramos buenas personas, dignas de la admiración, el respeto y merecedores del cariño de las demás personas. Pero en el colegio no nos enseñan mucho sobre el amor y casi todo lo que sabemos del amor lo aprendimos de nuestros padres y familiares.

La repetición de patrones de amor

Si le preguntáramos a nuestra madre o padre sobre el significado del amor seguramente se sonrojaría y nos diría que no preguntemos bobadas. Pero, en realidad, esa evasiva es solo el reflejo de la incapacidad de definir qué es el amor y lo que ha significado para nuestros padres dicha palabra. Si a nuestros padres les fue bien en el ejercicio dirían que es una especie de apoyo para los proyectos familiares. Si les fue mal dirán que es una enfermedad u otro tipo de valoración que recuerde el sufrimiento. Cada uno ve la realidad desde sus propias expectativas y su experiencia.

Y es que el amor pareciera que se centra en esas dos palabras: Expectativas y Experiencias. Teniendo en cuenta esto, cada uno de nosotros también narrará su experiencias sobre el amor bajo la historia familiar que le toco y las expectativas que le enseñaron a tener frente a esta situación, y es por ello que cada uno de nosotros pareciera que en la mayoría de las ocasiones repite la historia, de forma consciente, tratando de repetir ese significado de la palabra amor y esperando el reconocimiento familiar por seguir con el patrón, o de forma inconsciente, en relaciones que simulan nuestra experiencia familiar con el amor.

Una historia familiar

Para que no te confundas, te lo explicaré con parte de mi historia familiar. Mi madre siempre nos habló de la historia de su madre. Mi abuela casi siempre vivió en el campo, se casó con un exmilitar que después de los estragos de la guerra bipartidista en Colombia se volvió un campesino un poco trastornado. Ella siempre estaba muy preocupada por su esposo porque él siempre llegaba borracho a casa, gritaba y demandaba cosas a su esposa pidiéndole que sirviera la comida porque había llegado el hombre de la casa. Ella contaba que el abuelo nunca estaba en casa, ya que salía temprano a darle la vuelta a la finca y al momento de terminar salía con sus amigos al parque del pueblo, a apostar lo poco que tenía en el ajedrez. Unas cuantas partidas y empezaban los tragos a rondar por las mesas y bueno, otra vez llegaba el abuelo a casa a gritar, demandar por su comida y reclamar por su puesto de macho de la casa. Y aunque mi percepción del abuelo nunca coincidió con esas historias, ya que con su nieto era alcahueta y conversador, debió ser porque lo conocí ya viejo, separado de la abuela y sin con quién reclamar su puesto de hombre de la casa.

Los patrones de repetición

Mi madre por otro lado, que siempre dijo que odiaba a los borrachos porque le recordaban a su padre, se casó con un hombre que también bebía mucho, siempre estaba ausente y cuando llegaba a casa siempre reclamaba por su comida y por las atenciones de su mujer. No se si ya vieron las coincidencias, pero yo no las noté sino hasta que acabé mi carrera como psicólogo. Esto es un patrón de repetición y es una situación muy común al momento de hablar de dependencias emocionales. Así cuando hablamos de amor en esta familia, podríamos llegar a la conclusión de que el amor se resume en tener un hombre, que nunca esté en casa y que siempre que regresa demanda atenciones a su mujer. Es casi una relación de servidumbre, pero ese era el amor en mi familia, por penoso que parezca.

Es así cómo a partir de ese concepto de amor a través de esa repetición del patrón, también hablamos de dependencia, ya que mi abuela y mi madre siempre dependieron económica, emocional e ideológicamente de mi abuelo y mi padre. Entonces es aquí donde volvemos a preguntar ¿es amor o dependencia?

¿Qué es la dependencia emocional?

Comenzaremos por definir entonces qué es la dependencia emocional.

Se ha considerado importante abordar las ideas que nacen del psicoanalista ingles Bolwby (1989), quien a partir de su notable interés por la infancia, propuso comprender, a través de sus estudios, la relación entre los vínculos afectivos y la salud mental del infante. En sus estudios se dio cuenta de que estos vínculos se convierten en modelos mentales de relacionamiento, formados a través de las experiencias vividas en el la infancia y que éstos perduran en el tiempo, haciendo parte de la personalidad del sujeto a lo largo de toda su vida.

Por otro lado Bowlby fue el precursor de la teoría del apego y descubrió que la privación materna podría afectar seriamente a los bebés. Llegaría a ser potencialmente tan perjudicial que incluso podrían adquirir un retraso intelectual y asimilar una forma de relacionarse con las emociones muy dañina.

A partir de allí este autor propone tres clasificaciones del apego:

  1. Apego Seguro: Cuando la madre respondía contingentemente, de manera adecuada, asertiva e interpretativa los bebés fortalecían el vínculo que establecían con ellas. Por tanto, cuando éste era retirado de la madre presentaba ansiedad y cuando al mismo lugar se calmaba. Esto evidencia que en la relación el cuidador proporciona mayor seguridad, confianza y cariño.
  2. Apego Evitativo: En otros experimentos el autor observó que en algunas oportunidades el niño manifiesta conductas de rechazo, hostilidad y rigidez hacia el cuidador. Esto se puede evidenciar, cuando el niño explora un ambiente nuevo con diversos estímulos y no utiliza al cuidador como base segura, por tanto no comprueba su presencia o ausencia en la misma habitación. Este tipo de apego se caracteriza por una postura de indiferencia como reacción defensiva hacia el cuidador, al comprender que no pueden contar con su apoyo. A su vez, los cuidadores de estos niños se caracterizan por mostrarse relativamente insensibles o rechazantes ante las peticiones del niño. En los adultos estas relaciones se caracterizan por altibajos emocionales, generados por un marcado rechazo a la intimidad y la dificultad para depender de otro.
  3. Apego Ambivalente o Resistente: En esta forma de apego se encontró que, durante la separación con el cuidador, el niño manifiesta altos niveles de angustia, no obstante a diferencia del apego seguro, se evidencia que luego de que el cuidador vuelve al escenario al niño se le dificulta encontrar la calma, por tanto en la relación se observa ambivalencia, enojo y preocupación. En la adultez, la experiencia de las relaciones afectivas dependientes, se caracterizan por un deseo extremo de unión y reciprocidad, asociado a una preocupación excesiva por el abandono.

A pesar de que estamos hablando de que el apego y su predominancia, según lo muestra el autor, se forman en las primeras etapas de la vida, también podríamos agregar que las relaciones actuales pueden verse afectadas por la experiencia con viejas relaciones, modelando nuevas experiencias a la luz de la estructura del apego, adaptando las nuevas expectativas al encuentro con nuevas relaciones. Y es así como de nuevo nos encontramos con las Experiencias y Expectativas.

Seguro ya has empezado a preguntarte acerca de qué tipo de apego tienes desde estas tres categorías. Si no deberías leerlas otra vez.

Lo cierto es que el apego según estas categorías nos demuestra una cosa, que el apego depende de nuestras expectativas y nuestra reacción frente a su cumplimiento en la realidad. Pero, ¿qué otra cosa es el amor sino un montón de expectativas frente a la persona y su rol en nuestra vida? Aquí parece que estuviéramos de nuevo perdidos, pero no. La realidad es que el apego siempre va a estar asociado a nuestras relaciones y a la definición del amor, pero los trastornos del apego van un nivel mas allá.

¿Qué son los trastornos del apego?

Aunque personalmente no me gustan mucho los manuales diagnósticos, ni la nosología de las enfermedades porque los mortales podemos confundirlas muy fácilmente, en este caso haremos la diferencia como ejercicio educativo.

Los trastornos de apego surgen cuando el niño debe responder frente a situaciones traumáticas o cuando sus figuras de apego son poco consistentes, por ejemplo: cuando sus cuidadores no responden a las necesidades emocionales o físicas del infante, como ocurre en los casos de negligencia o cuando la persona que debe proveer seguridad y afecto es la misma que produce miedo, como en las situaciones de maltrato o abuso.

En estos momentos el apego se construye como fuente de trauma o como una desorganización de la respuesta de apego, representada en conductas ambivalentes del niño como quedarse quieto en presencia del cuidador queriendo su afecto o aprobación, buscar contacto pero al mismo tiempo temer por la reacción del cuidador, rechazar al cuidador pero anhelar el contacto con el, etc. A este fenómeno se denomina apego desorganizado, el cual es visto por algunos autores como una cuarta clasificación del tipo de apego.

En este caso, mi madre, haciendo memoria sobre su vida familiar y siempre recuerda que cuando llegaban visitas a su casa ella y sus hermanos se escondían debajo de la cama. Siempre le ha parecido extraño eso, pero es consistente con su forma de apego evitativo, el cual desde pequeña ya tenía una gran fuerza en sus relaciones sociales, y que seguramente es derivado de la forma en la que el abuelo, muy militarmente, siempre los educó.

También es por ello que, de forma muy inconsciente ella buscó una figura ausente en su relación de pareja, muy parecida a su padre, con la cual podría poner en funcionamiento sus estrategias de relacionamiento y su condicionamiento emocional.

Por otro lado hay personas, que en su intento de formalizar una relación siempre fracasan, o han estando en una relación tóxica y no han podido deshacerse de ella. Para este tipo de personas el apego se convierte en una forma anormal de amar y lo reconocen desde un principio como un problema.

Estos trastornos del apego se pueden evidenciar en estas situaciones:

  • Incapacidad de la persona de auto-calmarse y auto-regularse
  • Dependencia emocional
  • Miedo al abandono
  • Visión del mundo como peligroso o demasiado seguro
  • Visión distorsionada de los otros: como agresores, como manipuladores, como peligrosos o con malas intenciones.
  • Visión de uno mismo como inseguro, incapaz, inadecuado, malo, víctima,
  • peligroso, agresor…
  • Conductas de protesta: llorar, gritar, agredir, suplicar… especialmente en momentos que sienten que el vínculo puede romperse o corre peligro.
  • Llevar a las parejas a límites, ponerlas a prueba, estar constantemente buscando su aprobación o verificando que las quieren (especialmente en apegos ambivalentes), evitarlas activamente o sentirse atrapados en vínculos cercanos (apegos evitativos)
  • No tolerar la frustración o ciertas sensaciones corporales
  • Engancharse emocionalmente a ciertos tipos de persona, incluso aunque éstas puedan ser tóxicas o perjudiciales para la persona.
  • Aventurarse en experiencias peligrosas o nocivas
  • Trastornos de la personalidad que también se han relacionado con los traumas tempranos de apego

Todos estos síntomas definen a una persona con problemas de adaptación en sus relaciones sociales, se llamen éstas familia, pareja, jefes o amigos. Generalmente desmontar estas estructuras de personalidad es complejo, ya que dependen de múltiples factores, hábitos y creencias en las que la persona basan su sistema de toma de decisiones, pero estas no representan un impedimento permanente para el cambio.

A estas alturas ya sabemos qué significa el apego como trastorno y cómo identificarlo. Pero todavía seguimos con la tarea de definir ¿qué es el amor normal?

Entonces, ¿qué es el amor?

Si es difícil definir lo que no es amor, imagínense definir qué es el amor. Y no es que de aquí en adelante nos pongamos melancólicos o románticos, pero el amor siempre ha tenido una diferenciación cultural entre el amor romántico, el amor parental y la amistad.

Pero teniendo en cuenta que el amor puede ser una representación global acerca de nuestros sentimientos, comportamientos y formas de relacionarnos con una persona, atenderemos solo a lo que define el amor genérico y sin categorías.

Es así como Freud plantea una paradoja del amor en el texto "El malestar en la cultura", donde expone que el sujeto en un primer momento deseará el amor de la madre-padre (según sea mujer o hombre) para él solo, sin intermediarios y argumenta que el padre, como poseedor de la relación con la madre, debe intentar frustrar el intento del niño por poseer a la madre. A esto Freud le llamó complejo de Edipo y es debido a ello que El Niño tendrá que buscar el afecto de la madre o el padre en otros sujetos fuera de su entorno familiar. Esto no solo despierta el amor en El Niño hacia otras personas, sino que también lo llena de ambivalencia por el objeto primario (su madre o padre) en su frustración por no poseerlo. Entonces, sintetizando su idea, el amor es una mezcla entre lo que espero del amor de mis padres y el odio por no poseerlos.

Es así como Freud en su encrucijada argumenta que esta sensación ambivalente se trasmite no solo a nuestra idea del amor, sino también a nuestra idea de filiación con las instituciones y la cultura.

Pero mas allá del planteamiento de Freud de que toda relación amorosa es en sí una recreación de la relación paterna/materna, también podríamos decir que el amor es todo aquello que no podemos alcanzar. Para que lo entiendas, Freud plantea que lo importante y duradero de nuestras relaciones familiares, es que existen sobre la base de la insatisfacción, ya que al no poder poseer a esa persona amada, seguimos encontrando motivación para seguir insistiendo en su favor. Es por ello que las llamadas "estrellas" de la televisión, los grandes empresarios o las figuras notables de la sociedad, representan esta paradoja en tan buena forma, otorgándole al público la misma insatisfacción sobre su imagen inalcanzable y el posterior encuentro de sentimientos de amor, deseo o desprecio por tales figuras, qué si bien no tienen nada que ver con nosotros en la vida real, representan todo ese material inconsciente proyectado hacia las figuras culturales de la persona ideal, que nunca nos pertenecerá y de la cual no somos merecedores.

Es así como nos encontramos con que el amor que nos han vendido, cualquiera que sea, es el amor que debe llenarnos de cualidades, proyectos cumplidos y una vida llena de ideales con alto valor social, sin defectos o problemas. Y es que la verdad el amor no es un cuento de hadas con eterno final feliz y es allí donde siempre hablo con mis pacientes acerca de los cuentos de hadas.

El amor de cuento de hadas

Los cuentos de hadas siempre nos hablan de dos cosas. Inicialmente nos hacen una narración de alguien que esta frustrado por no hallar su lugar en el mundo, porque no consigue sus metas o porque en el camino se encontró con una tragedia que lo separó de sus seres amados, a esta etapa la llamaremos la pérdida. En otro momento de la trama nos encontraremos con la solución, muchas veces mágica y otras no tanto, de la situación de pérdida, donde los personajes llegan al final feliz. A esta solución mágica con final feliz lo llamaremos Ideal de vida.

La pérdida narra los dolores, traumas y desencuentros del personaje y expresan en su historia la perdida del objeto amado y su carácter inalcanzable y lejano. El ideal de vida es todo lo contrario, se parece mas bien a la publicidad de vacaciones familiares donde estamos en el yate, con nuestros familiares o pareja y todos los días son soleados, divertidos y siempre, ¡siempre! hay comida.

Otra vez nos encontramos con las mismas variables, las expectativas (ideal de vida) y las experiencias (la pérdida). El problema es que los cuentos de hadas, el marketing y el discurso capitalista (entre otros discursos) nos han enseñado que dichas expectativas se pueden solucionar encontrándonos con personas con cualidades especiales, a través de formulas mágicas o en situaciones de peligro donde nos rescatan. Una y otra vez en consulta he tenido la fortuna de encontrarme con personas que acuden a la bruja del pueblo para amarrar al ser querido, otras que han amasado fortunas esperando que alguien corresponda su modelo de vida exitosa y otras que se han convertido en personajes destacados que esperan la admiración de otros en busca de su aprobación. Todas estas historias tienen en común la misma estructura de las historias de hadas y héroes, todos pasaron por la pérdida y buscan el final feliz, el problema es que esa solución en forma de cena romántica en la playa está asociada a alguien en el exterior y es como si la misma solución fuera definitiva e irrevocable…en síntesis es como encontrar el amor de la vida, el definitivo, el que todo lo arregla.

Lo que diferencia el apego del amor entonces, lo podríamos entender de dos formas:

Está el amor como una solución a nuestra pérdida (sea cual sea) en la cual se busca definitivamente acabar con la dificultad producida por ésta. Este es un amor que siempre busca la solución en lo externo y que no parece depender de la propia persona. Es un amor que tiene que encontrar artilugios mágicos, príncipes azules y brujas que nos recuerdan nuestra pérdida. Este es un amor "producto", instantáneo y que no tiene un proceso de construcción para las partes involucradas. Muchos de los trastornos del apego y las dependencias emocionales se basan en la idea de que el amor se produce en el exterior y depende de factores que no poseemos nosotros mismos como la inteligencia, la tranquilidad, el control emocional o el mismo amor. Y es que nos han vendido una especie de amor que todo lo soluciona, en una espiral de tolerancia, idealismo y cinismo emocional donde no existen las peleas o los desacuerdos.

El otro amor es más parecido a una construcción, un consenso sobre las expectativas de las partes involucradas y cómo éstas, en medio de sus dificultades, siguen encontrando formas de superar su pérdida y llegar a su mundo ideal. Este último tipo de amor es un proceso en el cual a través de las metas los involucrados construyen un mundo ideal, formado de sus deseos, sus anhelos y sus metas más profundas.

El amor en su versión psicoanalítica siempre terminará siendo la búsqueda de la superación de ese vacío que dejó el primer apego familiar y del cual el sujeto tiene que desprenderse para mirar hacia otro lado. Personalmente siempre me ha parecido un poco siniestra la definición del amor para el psicoanálisis, pero llegando a conclusiones más profundas en el consultorio con los pacientes siempre he insistido que el amor es todo aquello que le permite a la persona desarrollar su potencial en busca de sus logros y deseos sin vulnerar la libertad del otro y todo aquello que no cumpla con ese parámetro tendrá que llamarse de otra forma. En este sentido el amor nos permite, a través de las relaciones sociales, emocionales y de la relación con nosotros mismos, construir a través del desarrollo y no desde las relaciones de subyugación, el control o la necesidad de aprobación.

Al definirlo así, el amor se convierte en una responsabilidad, ya que inherentemente tiende a buscar el desarrollo de la persona y sus cualidades, y se convierte en una consecuencia, ya que esto debe al final producir la satisfacción de los deseos y las metas de los involucrados sin que estos vulneren su capacidad de explorar, decidir o hacerse cargo de las consecuencias desagradables de lidiar con el mundo real y sus eternas contradicciones.

Es por ello que amamos a las personas que nos ayudaron a superar nuestros miedos, las dificultades o los desengaños. Y no es raro que el gran amor de la vida de algunos sea sus abuelos, o que al momento de dejarnos abandonados en el colegio en nuestros primeros días de estudio nuestro primer amor fuera la profesora, o que después de empezar a trabajar nos enamoráramos de alguna compañera de trabajo que nos ayudó en nuestros primeros días en la oficina. Todo esto continuamente nos habla, no solo de la cura de la herida primigenia, sino de aquello que nos ayudó a superar las dificultades y a encontrar nuestra propia luz en el camino.

Bibliografía

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  • Ortiz, M.; Gómez, J. y Apodaca, P. (2002). Apego y satisfacción afectivo-sexual en la pareja. Psicothema, 14, 2, 469-475.
  • Sarmiento, Sara, Tomado de: https://www.psicologiamadrid.es/blog/articulos/salud/trastornos-de-apego-como-afecta-a-la-vida-adulta
  • Vargas, Andres, David. (2013). Una paradoja freudiana del amor. omado de: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4647669.pdf

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Escrito por

Andrés Morales Angel

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Comentarios 1
  • Lucia J.

    Excelente artículo, aporta mucho a todo el proceso de crecimiento personal, además nos invita a la reflexión.

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