“Entre más intento olvidar… más recuerdo”

Breve explicación sobre la elaboración de eventos traumáticos y situaciones dolorosas, a partir de la experiencia de atención de un caso.

9 ABR 2019 · Lectura: min.
“Entre más intento olvidar… más recuerdo”

"Entre más intento olvidar… más recuerdo". Esta fue la conclusión a la que llegó un día una de mis consultantes de 9 años. A su corta edad le había tocado vivir tantas situaciones dolorosas, que impresionaba por la inocencia y la capacidad para sonreír que aún poseía. Llegó a consulta traída por su padre, pero más importante aún, movida por una fiel disposición de sentirse mejor; era consciente para qué estaba ahí, lo deseaba y lo aprobaba. Recuerdo que en la primera sesión me dijo "vengo aquí porque yo tengo un problema, algo que quiero olvidar"

Iniciamos el proceso terapéutico, ella sabía que estaba ahí para trabajar sobre "ese problema", en el fondo es de suponer que, aunque quería olvidar aquello que le pasó pues le generaba mucho malestar, a la larga sabía- en algún grado- que no podría hacerlo; así que, más temprano que tarde me sorprendió en una sesión, cuando conversando acerca de su motivo de consulta, muy acongojada concluyó: "pero es que entre más intento olvidarlo (refiriéndose al evento que la traía al espacio terapéutico) más me acuerdo"

Y es que, en definitiva, así funciona la mente humana. Hay sensaciones asociadas a recuerdos o situaciones de vida tan incómodas y dolorosas, que nos gustaría que desaparecieran como parte de un acto de magia… Esa frase que solemos escuchar de manera recurrente los terapeutas, dentro de nuestra consulta: "ya no quiero sentir esto… quítemelo"; nace en parte de una profunda angustia, pero al mismo de un deseo de sentirse mejor y recuperar el bienestar. Una cosa es explicarle a una persona que las situaciones de vida no se olvidan y otra muy distinta es que esta realidad sea aceptada, asumida y comprendida, a pesar del dolor que genera.

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¿Entonces qué hago para no sufrir? Me preguntó. Ojalá existiera la opción de dar suprimir de nuestra mente aquellas experiencias que nos marcaron de manera negativa. Sin embargo, paradójicamente nos encontramos recordando continuamente, aquello que más queremos olvidar. Hay mucha sabiduría en la conclusión de esta pequeña, porque definitivamente no hay olvido, al menos no en el sentido estricto de la palabra; no es cierto que te vas a levantar un día sin tener los recuerdos de las situaciones más dolorosas de tu existencia.

Las personas deben tener claro qué esperar de los procesos terapéuticos. Que no haya olvido -en el sentido que dicho recuerdo va a desaparecer sin más- no significa que se deba continuar viviendo con el dolor que genera determinada experiencia. May (1988) citando a Bronislaw Malinowski, nos dice que: "La libertad en su esencia implica la aceptación de las cadenas que toca llevar y de la armadura con la que tú empujas las cosas hacían un fin escogido. No es, y nunca puede ser libertad, la ausencia total de restricciones"

Sólo es posible liberarse del malestar asociado a una experiencia dolorosa, en la medida que se acepta que lo vivido no va a cambiar, ni a desaparecer; aunque suene duro, hay situaciones que quisiéramos que no nos ocurrieran… ¡pero pasan! y cuando estas suceden, hay que hacer algo; pretender negar aquello que nos dañó, sólo da como resultado la prolongación del sufrimiento.

Los traumas dejan secuelas psicológicas, algunas, para toda la vida. Algunos piensan que los niños y adolescentes no poseen la suficiente madurez o conciencia para que un evento les haga daño profundo, pero eso no es cierto; por lo cual el trabajo terapéutico y las alternativas de tratamiento son las mismas, teniendo en cuenta la etapa del desarrollo y haciendo especial énfasis, claro, en la vinculación del grupo familiar en el proceso (Figueroa, Cortés, Accatino y Sorensen, 2016).

¿Cómo me libero del dolor?

La libertad de cada persona existe en proporción al grado con que afrontamos nuestro destino -entendiéndolo no en el sentido mágico, sino como aquello que nos tocó vivir- y vivimos en relación a él (May, 1988; De Castro, García , & González, R. (2017)

Siempre que se quiera avanzar, en primer lugar, es vital asumir la tristeza, la rabia, la frustración y todo lo que genera aquello que nos dañó; hacerse cargo del dolor es la única alternativa para elaborarlo y poder vivir sin que ese/esos evento/eventos molesten o dañen más.

Todo lo que te ha pasado hace parte de ti: sólo siendo conscientes de lo que somos, lo que generan nuestras experiencias de vida y cómo las re-vivimos en el presente, es posible reescribir la historia desde una óptica distinta: una historia en la cual, aunque el recuerdo siga ahí, ya no duela más.

"La paradoja curiosa es que cuando me acepto tal como soy, entonces es cuando puedo cambiar" (Rogers 1902-1987)

Referencias bibliográficas

De Castro, A., García , G., & González, R. (2017). Psicología Clínica: Fundamentos Existenciales (3ª Ed.). Barranquilla: Universidad del Norte.

MAY, R . (1988). Libertad y destino en psicoterapia. Biblioteca de psicología: Descleé de brouwer S.A: BILBAO.

Figueroa, R., Cortés, P., Accatino, L., Sorensen, R. (2016). El taruma psicológico en la atención primaria: orientaciones de manejo, Rev medicina chile; 144 pg 643-655

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Escrito por

Psi. Eva María Méndez

Psicóloga-Terapeuta, Magister en psicología clínica-enfoque humanista existencial; con conocimientos académicos en Pintura artística y Danza clásica. Experiencia en atención clínica terapéutica a adolescentes y adultos; e intervención psicosocial y educativa en poblaciones vulnerables. Experiencia en el área de la investigación y docencia universitaria.

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