El sentido de la vida: ser feliz
Después de todo lo que importa es la felicidad que se haya podido brindar y la vivida, más la felicidad implica una espiritualidad que se trasciende a sí misma.
La vida termina aun si el promedio de vida es de 70 u 80 años. Es, en verdad, una experiencia transitoria; sin embargo los frutos que de ella quedan son trascendentes, en algún momento de la existencia los seres humanos hacemos un balance de esos frutos, nos preguntamos qué hemos logrado o qué tanto hemos avanzado.
La felicidad según su etimología en latín felicitas significa, fértil o fecundo, es decir "realización" y qué mejor que las realizaciones perennes como la salud, la compasión, la generosidad, la bondad, o la calidez para alcanzar un estado de experimentación continuo de la felicidad que producen.
Ocasiones para aprender a ser y hacer felices:
- Las experiencias propias sean estas positivas o adversas. Lo importante de las experiencias es la actitud con la que se asumen, el valor de una determinada experiencia se lo otorga cada persona, porque la experiencia en sí misma carece de valor. Por ejemplo: estoy frente a un vaso de helado de vainilla y frutos rojos y puedo pensar "¡Oh que cosa tan nociva para la salud, todo ese huevo y azúcar, conservantes, si lo como enfermaré!" o puedo pensar: "Oh, qué delicia esto es lo mejor que me sucederá hoy".
- Las experiencias de otras personas pueden servir de modelo. De ellas se puede aprender para imitarlas si se trata de las positivas y para evitarlas si se trata de las negativas. Pero también existe el aprendizaje por contraste: por ejemplo cuando veo a alguien tratando de obtener alta productividad de sus empleados maltratándolos. Por supuesto no es un ejemplo a seguir, pero puedo aprender de él que para obtener los resultados de productividad, no es necesario maltratar a las personas.
- Las lecturas de libros de espiritualidad, artículos de auto-ayuda, escuchar o ver películas de vidas ejemplares cómo mínimo ayudan a desarrollar el criterio frente a la trascendencia de las acciones humanas. También sirven para aprender qué y cómo lo lograron personas como usted o como yo.
- La reflexión y la meditación contribuyen, en gran medida, a desarrollar valores positivos, siempre que el pensamiento se ocupe de descubrir la necesidad y la grandeza de los múltiples beneficios personales o colectivos de la meditación, en lugar de ocupar el tiempo haciendo eco de la angustia el miedo, la violencia y demás valores infrahumanos.
- Iniciar deliberadamente el proceso de crecer espiritualmente. Producto probablemente de un destello de consciencia, en el transcurso de este camino que no tiene fin, algunos tramos involucran conocerse a sí mismo, vivir bajo el principio de realidad, permanecer en el presente, sobreponerse a heridas del pasado, perdonarnos a nosotros mismos trascender el ego, entre otras muchas acciones que pueden ser útiles para nuestras vidas.
Psicóloga: Sandra Patricia Aponte
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