El reconocimiento de la identidad sexual, todo un proceso social

Durante siglos la única identidad sexual reconocida era la heterosexual con fines reproductivos. Ahora se reconocen elecciones como la bisexualidad, la homosexualidad y la asexualidad.

5 DIC 2016 · Lectura: min.
En Colombia el tema y la práctica en lo referente a la identidad sexual han sido asimilados poco a poco por la sociedad porque se permite, hoy en día, un mayor grado de tolerancia frente a los comportamientos anteriormente tildados por la g

En este artículo, la psicóloga Patricia Escovar Quintero explica la evolución del concepto de identidad sexual y los niveles de tolerancia y aceptación social que se han logrado en los últimos veinte años.

Uno de los aspectos a tener en cuenta en el desarrollo de la cultura occidental, desde hace dos mil años, es el control de la identidad sexual basada ante todo en la procreación y/o en la elección del objeto de amor. Gracias a las múltiples revoluciones sociales que han ido emancipando lo exclusivamente-sexual de lo legalmente-sexual, se ha prohibido cualquier expresión diferente a la de un hombre unido en matrimonio a una mujer, basada en la noción de la heterosexualidad, que reprime cualquier tipo de inclinación hacia el mismo, ambos, o ningún sexo. La heterosexualidad es el estilo de vida sexual institucionalizado desde el siglo IV de la era cristiana como modelo absoluto de normalidad.

La identidad sexual no se reduce tan solo a un acto coito-genital, como ha sido interpretado y valorado en la homosexualidad masculina y femenina o en la bisexualidad e incluso en la heterosexualidad, sino que también es un modus vivendi que va más allá de un acto sexual, en el que los impulsos y deseos sexuales no son ni mejores ni peores; lo que implica tener las mismas posibilidades de amor y de odio, de satisfacción o insatisfacción y de seguridad o de abandono para sí mismo(a) o el otro(a).

La opresión y la represión sexual en Occidente han acompañado al hombre y a la mujer hasta hace más o menos dos décadas, en la dominación y subordinación de los roles sexuales, al interior de la familia y por ende, de las figuras parentales quienes son responsables de definir, vigilar y controlar en los hijos e hijas adolescentes la elección del objeto de amor por considerarse etapa decisoria en la solución y superación de las pulsiones y los conflictos edípicos o arcaicos de la primera infancia, evitando así el señalamiento de tener en el futuro a un o una "invertido(a)", "desviado(a)" o "enfermo(a)"por amar y desear simultáneamente a personas diferentes o iguales a su mismo sexo.

La identidad sexual ha sido estudiada e investigada por especialistas de las ciencias sociales, naturales, exactas y en particular por los científicos de la salud mental, quienes han normatizado la heterosexualidad como un comportamiento psicosexual normal, sano, virtuoso y centrado; en tanto que la homosexualidad masculina y femenina han sido severamente censuradas como actos contra natura y diagnosticadas como psicopatías sexuales en 1892 por R.von Krafft-Ebing y A.von Schrenck-Notzing por poner en peligro los convencionalismos sociales y la moral cristiana.

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Ellos, entre otros muchos facultativos, han sido defensores de la familia tradicional, por ser ella la encargada de la reproducción, es decir, su fin último, es la conservación de la especie humana .Tan solo desde 1974 la Asociación Internacional de Psiquiatría dejó de considerar que las manifestaciones sexuales diferentes a lo heterosexual sean clínicamente consideradas como enfermedades o alteraciones mentales.

La identidad sexual ha estado muy vinculada a grupos cuyo interés ha sido buscar que los hombres deseen a las mujeres y que las mujeres amen a los hombres como sustitutos de su primer objeto de amor en la infancia.

Se inició haciendo uso de la dominación y del poder a través de los preceptos de orden religioso y político; luego basados en principios y valores ideológico, económico, de clase y tecnológico; y ahora, ecológico y holístico con el fin de asegurar, a pesar de todo, la reproducción humana.

Hasta hace dos décadas era imposible pensar en la libertad de elegir a un otro de su idéntico sexo, no solamente teniendo en cuenta su partido político, su clase social, su profesión, su marca preferida de condón o píldora anticonceptiva, su hobby y/o su credo, sino de seleccionarlo(a),sin que se diese la connotación cultural de que los hombres y las mujeres deben ser heterosexuales por condicionamiento o socialización circunstancias que culpabilizaban las aproximaciones afectivas, emocionales y corporales de ser y sentir diferente a la mayoría social.

El discurso social de Occidente no ha hecho sino oficializar y adoctrinar la identidad sexual apoyándose en la identidad de género y la orientación sexual a través de los estereotipos, prototipos, arquetipos, roles e imágenes que deben seguirse como estilos de vida, desconociendo que el interés sexual de elección que tienen un hombre y mujer comunes está vinculado con la proliferación. Tanto los homosexuales masculinos como los homosexuales femeninos se han visto marginados(as) a la clandestinidad por romper con uno de los paradigmas más conservadores como ha sido el de la pareja heterosexual, aunque algunos(as) imitan los comportamientos y actitudes de los heterosexuales mitigando así las agresiones y hostilidades de los homofóbicos que estigmatizan y rechazan a toda persona que vaya en contra de la lógica social del diario vivir.

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En la bisexualidad, se opta por alguien de su propio sexo. Ha sido más tolerada y aceptada por las diferentes instituciones de la sociedad civil donde el modelo dominante está presente al elegir el hombre o la mujer como "objeto de amor" a otro de sexo contrario. Se legitima la reproducción, el misticismo de la maternidad y de la paternidad, y a la vez, es desmitificado el concepto de perversión. Esta ambigüedad es manejada silenciosa, cauciosa y recelosamente dentro de los límites del amor viril y odio femenino y del eros femenino y thanatos masculino para no causar repugnancia en los heterosexuales. Posiblemente, las sociedades antiguas fueron más sabias al considerar que las personas no eran ni heterosexuales ni homosexuales sino que sus manifestaciones sexuales se daban por encuentros al azar y no por determinaciones biológicas o culturales, como fue estudiado por Michael Pollak (1984).

Hoy en día la asexualidad, es decir el que un hombre o una mujer lleven una vida ascética, casta y austera sin hacer parte de una comunidad religiosa, espiritual o doctrinaria que prohíba el goce del deseo con el sexo opuesto o con el mismo, aunque no la elección del objeto amoroso, ya que esta se sublima entre otros por medio del servicio, el trabajo, y/u oración no es rechazada.

Es una elección considerada contra-cultural por todas aquellas personas que no hagan parte de congregaciones religiosas sean tradicionales o de vanguardia, por abstenerse en elegir consciente o inconscientemente un objeto de amor, bien sea, heterosexual, homosexual o bisexual. Podemos decir más bien que ellos(as) deciden ser asexuados(as) ya sea por represión sexual, dependencia afectiva, ausencia de pareja o convicción personal, entre otras muchas razones, aun sí son duramente discriminados(as) por quebrantar los cánones y reglas de tener hijos(as).

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Podemos concluir que en Colombia el tema y la práctica en lo referente a la identidad sexual han sido asimilados poco a poco por la sociedad porque se permite, hoy en día, un mayor grado de tolerancia frente a los comportamientos anteriormente tildados por la gran mayoría de la población como perversos.

Colaboración editorial, Patricia Escovar Quintero

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Escrito por

Patricia Escovar Quintero

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Comentarios 1
  • Andrea García costa

    Buenas tardes, si un hombre cree que es homosexual ¿usted lo trataría para que siga ese camino o averigua si se trata de un heterosexual confundido debido a que no socializa?

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