Amar o resistir

​Las emociones son un indicador indispensable para los seres humanos. Desafortunadamente, por algún malentendido, nos hemos habituado a temer la intensidad del sentir.

2 OCT 2019 · Lectura: min.
Amar o resistir

Las emociones son un indicador indispensable para los seres humanos. Desafortunadamente, por algún malentendido, nos hemos habituado a temerles y buscamos encontrar el bienestar, evitando a toda costa todo aquello que genere displacer.

El malentendido fundamental está en no entender y en no aceptar nuestro sentir como un indicador de un estado dado por el color del pensamiento que, momento a momento, tiñe a la emoción. Al temer el sentir, al querer huir de una emoción considerada negativa, sentimos la intensidad de ese rechazo sumado a lo que deseamos evitar.

Les invitamos a verlo ejemplificado en la relación de pareja. Tal como ocurre en todo ser humano, es natural sentir malestar por aquello juzgado como inadecuado en el comportamiento del compañero o compañera, generalmente considerando la situación como un problema que distancia e interpretándolo como desamor, desconsideración, desacuerdo y, en todo caso, vivido en la impotencia y la pérdida de control.

  • Cuando no se logra ver la situación de otra manera se elige el conflicto dada la confrontación permanente, con el inevitable malestar y distanciamiento.
  • Otra opción común es la resignación, que termina apagando el entusiasmo pero buscando equivocadamente mantener la relación con el objetivo de evitar el sentimiento de pérdida, el vacío y todo aquello considerado como indeseable.

Ninguno de los dos caminos es el indicado para tener una relación amorosa en armonía, con la apertura y en compresión.

Lo cierto es que aceptando nuestro sentir profundamente y en coherencia con el momento presente, se pueden tomar las mejores decisiones, se pueden evitar muchos conflictos, ver las diferencias de otra manera y, caso tal, optar por la separación con la posibilidad de vivirla como un acto de amor.

Siempre pueden vivirse la relación o la separación de manera gentil, con una visión más amplia y, sobretodo, dejando de evitar o rechazar las emociones que se susciten.

Es posible vivir sin miedo a sentir, sin huir de los sentimientos de pérdida, de descontrol, de todo aquello que por juicios es considerado como negativo.

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Escrito por

Ilse Astrid Porras Nieto

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